Cartel con la fotografía de Inma Bermúdez que se puede ver en IKEA Alfafar. |
¿Te gustan los diseños de IKEA? Pues algunos de ellos son 'made in Valencia' o, al menos, hechos con talento valenciano, el que derrocha una joven diseñadora que ha sabido abrirse camino y ser elegida por la codiciada multinacional. Se trata de Inma Bermúdez, quien se ha convertido así en la primera diseñadora española que trabaja para el gigante sueco. Trabaja para la multinacional desde 2011. Inma, de 34 años, empezó sus estudios de diseño en España y prosiguió su formación con una beca Erasmus en Pforzheim, Alemania. Allí tuvo sus primeros contactos con la gran empresa sueca a través de otra diseñadora de IKEA. Le mostró algunos de sus trabajos y la multinacional no dudó en llamarla para incorporarla en su plantilla. Ahora, Inma trabaja para IKEA desde Valencia, donde también realiza diseños para Lladró.
El 17 de mayo de 2011, el diario El País en una serie bautizada como TALENTOS le dedicó este reportaje elaborado por la periodista Anatxu Zabalbeascoa.
"Diseñar para Ikea es como diseñar para el mundo. También como
graduarse en el máster más exigente. No es fácil entrar en esa plantilla
de elegidos y adaptarse con humildad al ritmo de exigencia que, en un
mercado en el que no parece faltar nada, busca productos de aire
nórdico, económicos, desmontables y fáciles de transportar. Pero la
valenciana Inma Bermúdez (1977) lo consiguió. Ella dice que "por
casualidad".
Terminaba los estudios de diseño que había comenzado en Valencia con una beca Erasmus en Pforzheim (Alemania) cuando fue "captada" por el gigante sueco. Sucedió durante un curso de verano. Fue en 2002. Bermúdez tenía beca para un taller del Vitra Design Museum y el Centro Pompidou en el suroeste de Francia. Una de las profesoras que impartía los talleres, Sigga Heimis, trabajaba como diseñadora en Ikea. Le gustó el trabajo de Inma y le aconsejó que probara suerte. Unos meses más tarde, la valenciana envió muestras de sus proyectos, Heimis las llevó al jefe del departamento y funcionó. La llamaron ofreciéndole una beca. Pasados dos años, decidieron contratarla pero, para entonces, Inma quería regresar a Valencia. Jaime Hayón le había ofrecido trabajar para las porcelanas Lladró. "Después de seis años por el mundo ya tenía ganas de volver a comer tomates secos", explica la diseñadora en el Matadero de Madrid, donde la muestra Ikea, diseño democrático celebra el desembarco de la empresa en España hace 15 años.
Hoy Bermúdez trabaja para Suecia desde Valencia. Y también diseña para Lladró. Si Ikea es un reto constante -diseñar para espacios mínimos productos funcionales y de fácil almacenaje-, Lladró le ofrece la cara opuesta. En la firma valenciana, Bermúdez ha descubierto la importancia de lo superfluo: el ornamento, la decoración. "He hallado mi parte romántica, mi flower power", señala.
El lavabo Lilangen es su pieza estrella para los nórdicos. Pensado para espacios mínimos, existe en versión de 25 centímetros, con una repisa con escalón para que nada se caiga en el seno. Tiene además ganchos para colgar las toallas. La precisión es la clave del producto. Sin embargo, en la porcelana Parrot's Party de Lladró, la imaginación no práctica es la que manda. Bermúdez también ha firmado para los suecos una colección de accesorios para baño (Enudden) que sale ahora a la venta y hace dos años consiguió otro hito para la empresa: una cama con cajones que no existía en su catálogo (Odda). Cambiar de sección es un logro en un lugar como Ikea. Y Bermúdez entiende que es clave para desarrollarse como diseñadora, aunque haya elegido vivir en la segunda fila y trabaje en silencio para el departamento de diseño de dos empresas multinacionales. "Este es un oficio difícil. Tener un nombre abre puertas. Pero a mí lo que me interesa es diseñar y ser feliz con lo que hago", explica. "Prefiero tener una vida que un nombre", asegura. "Lo que me importa es que llegue el fin de semana y poder disfrutar en mi casa".
Terminaba los estudios de diseño que había comenzado en Valencia con una beca Erasmus en Pforzheim (Alemania) cuando fue "captada" por el gigante sueco. Sucedió durante un curso de verano. Fue en 2002. Bermúdez tenía beca para un taller del Vitra Design Museum y el Centro Pompidou en el suroeste de Francia. Una de las profesoras que impartía los talleres, Sigga Heimis, trabajaba como diseñadora en Ikea. Le gustó el trabajo de Inma y le aconsejó que probara suerte. Unos meses más tarde, la valenciana envió muestras de sus proyectos, Heimis las llevó al jefe del departamento y funcionó. La llamaron ofreciéndole una beca. Pasados dos años, decidieron contratarla pero, para entonces, Inma quería regresar a Valencia. Jaime Hayón le había ofrecido trabajar para las porcelanas Lladró. "Después de seis años por el mundo ya tenía ganas de volver a comer tomates secos", explica la diseñadora en el Matadero de Madrid, donde la muestra Ikea, diseño democrático celebra el desembarco de la empresa en España hace 15 años.
Hoy Bermúdez trabaja para Suecia desde Valencia. Y también diseña para Lladró. Si Ikea es un reto constante -diseñar para espacios mínimos productos funcionales y de fácil almacenaje-, Lladró le ofrece la cara opuesta. En la firma valenciana, Bermúdez ha descubierto la importancia de lo superfluo: el ornamento, la decoración. "He hallado mi parte romántica, mi flower power", señala.
El lavabo Lilangen fue diseñado por Inma Bermúdez. |
El lavabo Lilangen es su pieza estrella para los nórdicos. Pensado para espacios mínimos, existe en versión de 25 centímetros, con una repisa con escalón para que nada se caiga en el seno. Tiene además ganchos para colgar las toallas. La precisión es la clave del producto. Sin embargo, en la porcelana Parrot's Party de Lladró, la imaginación no práctica es la que manda. Bermúdez también ha firmado para los suecos una colección de accesorios para baño (Enudden) que sale ahora a la venta y hace dos años consiguió otro hito para la empresa: una cama con cajones que no existía en su catálogo (Odda). Cambiar de sección es un logro en un lugar como Ikea. Y Bermúdez entiende que es clave para desarrollarse como diseñadora, aunque haya elegido vivir en la segunda fila y trabaje en silencio para el departamento de diseño de dos empresas multinacionales. "Este es un oficio difícil. Tener un nombre abre puertas. Pero a mí lo que me interesa es diseñar y ser feliz con lo que hago", explica. "Prefiero tener una vida que un nombre", asegura. "Lo que me importa es que llegue el fin de semana y poder disfrutar en mi casa".