Cuatro empleados cuentan como superaron a otros 100.000 candidatos en el proceso de selección para trabajar en la tienda de Alfafar
La periodista Marga Vázquez publica hoy en la edición del periódico Levante-emv un reportaje sobre la historia de cuatro de los candidatos que han conseguido un contrato en IKEA Alfafar tras superar una criba de 100.000 candidatos. Después de leer el artículo cada día tengo más claro que se han cometido graves errores en el proceso de selección, algo que cada día me transmite un buen número de candidatos a través del correo electrónico con los que IKEA ni se ha molestado en contactar, algo a lo que su directora Carolina García se había comprometido. Otros me escriben preguntándome si aún tienen alguna opción de trabajar en la tienda. Y, la verdad, no sé que contestarles, el ánimo ya no es suficiente. Los dos ladillos (en negrita) los he escrito yo para que os anime a reflexionar sobre el asunto. Aquí tenéis el reportaje, un interesante trabajo periodístico .
La criba ha sido enorme y ha dejado tras de sí un
reguero de desencantados, pero también un buen puñado de «afortunados»
que aseguran que les «ha cambiado la vida».
Son los afortunados, los que consiguieron despuntar de entre la marea de 100.000 solicitudes que en diciembre recibió Ikea para hacerse con uno de los 400 contratos que la multinacional ofertaba en su tienda de Alfafar.
Y, a partir del 17 de junio, serán también la cara del gigante sueco en
la Comunitat Valenciana, una empresa que aún sigue adelante con el
proceso de seleccción laboral para alegría de muchos. Los que ya han
conseguido un contrato dicen que su nuevo empleo les «ha cambiado la
vida» y muestran sin pudor un «grado de compromiso con la empresa» que,
cuanto menos, asombra.
«Tenemos claro que somos unos privilegiados porque había mucha gente y nos eligieron a nosotros».
Ninguno sabe qué llevó a los responsables de la selección a apostar por
ellos y no por otros, aunque comparten una ilusión y un empuje que
parecen diferenciarlos de entre el resto de aspirantes. «Creo que nos
seleccionaron por el grado de afinidad con los valores de Ikea», asegura
Jaime Morales. «Debe ser eso, porque todos tenemos una actitud parecida
y una forma de afrontar las cosas bastante similar; tal vez por eso hay
tan buen ambiente en la plantilla», confirma Laura Berlanga.
|
Dos de las empleadas de IKEA en el Mercado de Tapinería de Valencia. |
Sorpresa: Una candidata consiguió el trabajo en una charla de bar
Ella
no vivió el proceso junto al resto de sus compañeros, sino algo antes.
Su puesto es de mando intermedio -es la responsable de salones,
librerías y mesas de comedor-, cuya selección se acometió a finales del
año pasado. Había vivido «entrevistas laborales muy agresivas» y se
sorprendió «por el ambiente cordial y relajado» que tuvo su encuentro
con la responsable de Recursos Humanos. Charlaron en una cafetería y, al
cabo de unos minutos, consiguió el empleo.
A Gemma Javato, de
Logística, el contrato le exigió más tiempo y planificación. Estaba en
paro tras tomarse un tiempo sabático para criar a su hijo y temía su
regreso a un mercado devastado por la crisis, pero lo encaró con
astucia. Completó un curso de formación sobre almacenaje con vistas a
que fuese su puerta de entrada a Ikea y se desplazó hasta Murcia para
conocer al dedillo, por boca de los empleados, el proceso de selección y
las exigencias de Recursos Humanos para el puesto que deseaba. Acertó
de pleno con la estrategia y consiguió un contrato.
Un candidato firmó el contrato sin tener ninguna experiencia laboral. Es vecino de Alfafar ¿será para cubrir la cuota impuesta a IKEA por el Ayuntamiento de la localidad?
Víctor Miralles,
en Mantenimiento, no se planteó con tanta minuciosidad el proceso de
selección, sino que se presentó casi por inercia, siguiendo a amigos y
compañeros de clase. «Necesitaba trabajo pero no salía nada por ningún
sitio y estaba francamente desanimado», recuerda. Sin embargo, y pese a
su inexperiencia -es su primer contrato-, obtuvo un puesto que, además
de darle un sueldo, le ha reportado «madurez y estabilidad».
Ese
mismo agradecimiento lo exhibe Jaime Morales, quien a sus 44 años y con
su discapacidad física, es consciente de «la oportunidad que supone
trabajar en Ikea», tanto en el plano personal como en el laboral. «Para
mí era una cuestión de superación», dice con entusiamo el empleado del
Bistro, «pero aquí todo me está resultando muy fácil porque he
encontrado mucha afinidad y amabilidad. No paro, pero estoy ansioso por
que la tienda abra ya y empiece el contacto directo con la gente. Los
clientes tienen ganas, pero nosotros más».
Laura Berlanga
Jefa salón y librería
Foios. 32 años.
Estoy tranquila porque sé que mi futuro depende sólo de mi esfuerzo
Siempre
ha trabajado en el mundo del Interiorismo desde que se licenció en
2004, aunque su sueño era hacerlo «en Ikea» desde que vio un catálogo
que la enamoró. «Descubrí que era exactamente eso lo que quería hacer»,
cuenta. Y se puso manos a la obra. Intentó entrar en otras dos tiendas,
pero no lo consiguió porque «el destinó quería que lo hiciese a lo
grande»: con un equipo de 20 personas a su cargo. Le sorprendió la
prueba de selección para su puesto porque se hizo «en un bar, como una
charla entre amigos». Ahora, está ansiosa por afrontar los primeros días
de apertura en Alfafar y lo hace «con la tranquilidad de saber que mi
futuro depende sólo de mi
esfuerzo».
Víctor Miralles
Área Mantenimiento
Alfafar. 21 años.
No sabía que uno se podía sentir tan bien como yo me siento ahora
Es
su primera vez en el mercado laboral y está encantado porque se siente
«otra persona, más maduro». Acababa de terminar un ciclo de grado medio
de Mantenimiento cuando salió la oferta de Ikea. No dudó en postularse
porque necesitaba un empleo: «Quería ayudar a mi padre, que es taxista y
no está pasando una buena época», explica. Llamaron a todos sus
conocidos y él se quedó el último, lo que le hizo perder la esperanza;
sin embargo, consiguió la plaza y ahora está sorprendido «porque no
sabía que uno se podía sentir tan bien». Lo primero que hizo fue invitar
a su padre a comer y «pagar la cuenta», algo que «jamás había podido
hacer» hasta ahora.
Gemma Javato
Logística
Genovés. 39 años.
Fui a Murcia a saber qué me preguntarían y cómo serían las pruebas
Llevaba
ocho años esperando a que Ikea aterrizase en Valencia, aunque nunca se
lo planteó como una opción profesional, tal vez porque estudió Hª del
Arte y Turismo. Al enterarse de que la multinacional llegaba a Alfafar,
buscó un curso sobre almacenaje para que la ayudase a entrar en el
proceso de selección, ya que toda su vida laboral había estado orientada
a la atención al cliente. Cuando la llamaron para las dinámicas de
grupo, se marchó a Murcia para hablar con los empleados que tenían el
turno que ella había pedido: «Quería saber qué me iban a preguntar y
cómo serían las pruebas», recuerda. Logró uno de los puestos y ahora
está «encantada» porque «es un trabajo movido en el que se aprende mucho
y es imposible aburrirse»
Jaime Morales
Bistró y Tienda Sueca
Paterna. 44 años.
Se trata de una superación personal, además de un tema económico
Hasta
hace cinco años manejaba grúas de gran tonelaje, pero un accidente
laboral le llevó a perder un pie y sufrir la reconstrucción del otro,
además de apartarlo de su gran pasión: el esquí. Era consciente de sus
limitaciones físicas y de lo que implica su edad en el actual mercado
laboral pero, aún así, apostó por Ikea y logró hacerse con uno de los
puestos. Ahora, enfoca su nueva vida con tanto optimismo e interés que
incluso olvidó «tomar la medicación contra el dolor durante el proceso
de formación». Para él, este empleo supone mucho más que un sueldo: «Es
una superación personal, además de la resolución de una necesidad
económica y laboral», pero se siente «tan bien» que, admite, «es la
primera vez» que dice «con orgullo» dónde trabaja.