miércoles, 21 de diciembre de 2016

IKEA ABRIRÁ EN 2017 UNA TIENDA EN EL CENTRO DE VALENCIA DE 500 METROS CUADRADOS

Alfafar facturó 112 millones de euros, un 5% más que el año anterior 
IKEA dará continuidad a su proyecto de tiendas 'pop up' en el centro de las ciudades, con establecimientos de carácter permanente, tras las experiencias de centros temporales en Madrid y Barcelona -de 10 días el pasado mes de octubre-. La compañía espera que la tienda de Valencia, que contará con entre 400 y 500 metros cuadrados en el centro comercial de la ciudad, esté operativa en 2017. La zona elegida es la calle Colón, algo complicado por la escasez de locales y la primacía de Inditex del empresario Amancio Ortega. Además, completará su red en la región con dos centros de recogida de producto en Castellón y Alicante, similares al que ya funciona en Pamplona. La tienda en el centro de Valencia podrá cerrar ventas, aunque su objetivo principal es el de promoción de la oferta y asesoramiento a los potenciales clientes. De hecho, IKEA prevé poner en marcha una línea de autobús que enlazará el centro de la ciudad con su macrotienda de Alfafar, que será de uso gratuito para los titulares de su tarjeta de fidelización. Esta tarjeta se podrá tramitar en el propio autobús. El proyecto está en trámites para obtener la autorización de la Conselleria de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio. La directora de la tienda de Valencia, Carmen Spínola, informó ayer de que este centro logró en su último ejercicio fiscal -de julio de 2015 a julio de 2016- un volumen de facturación de 112 millones de euros, un 5 por ciento más que en el ejercicio anterior. Este centro fue pionero en la puesta en marcha de la venta online en España, que aporta ya el 3 por ciento de su negocio total. Spínola subrayó, además, que el 80 por ciento de la plantilla de Alfafar tiene contrato fijo. La empresa alcanzó unas ventas de 1.384 millones de euros en España en su último ejercicio  fiscal, lo que supone un aumento del 8 por ciento, y mantiene su apuesta por reforzar su red en el mercado español, donde cuenta ya con 16 grandes centros y desarrolla una estrategia de expansión multicanal.

jueves, 1 de diciembre de 2016

IKEA LANZA EN MADRID 'SALVEMOS LOS MUEBLES' PARA LA COMPRA-VENTA DE PRODUCTOS USADOS

IKEA lanzará el 12 de diciembre el proyecto Salvemos los muebles para la compra y venta de muebles usados en los tres centros de la Comunidad de Madrid. El grupo probará una iniciativa con la que se espera dar nuevos usos a unos 600 muebles en ocho meses y que ampliarán al resto de España durante 2017. "Queremos pasar de una economía lineal a una circular en la que los productos tengan una vida más larga", ha asegurado este jueves Mercedes Gutiérrez, responsable de sostenibilidad de IKEA Ibérica, durante la presentación del proyecto.
Los interesados, a partir del 12 de diciembre, tendrán que rellenar una solicitud para detallar el producto de IKEA que van a entregar. No serán válidos los que estén rotos o personalizados. El grupo pagará a los clientes con una tarjeta regalo para gastar en IKEA por el importe en el que se valore la mercancía. Además, Gutiérrez ha explicado que los muebles se venderán al mismo precio que se pague a los clientes: "Es una prueba piloto y lo que queremos es saber cómo funciona, no ganar dinero".
La tasación de los muebles se realizará uno a uno. "Será de forma artesanal y el precio variará en función del estado de la mercancía. Si el cliente acepta la oferta, lo deberá llevar hasta una de las tiendas de la multinacional sueca en Madrid. En principio, los productos que se podrán revender son cajoneras, mesas, sillas, vitrinas, escritorios, estanterías, armarios y cómodas.
Los responsables de IKEA Ibérica han señalado que la sostenibilidad es uno de los pilares de la compañía. Un nuevo modelo que da respuesta a las tendencias actuales de los consumidores sobre la reparación de productos y los mercados que proliferan de segunda mano. Según un estudio de IKEA, el 9,5% de las personas ya vende los muebles que no usa.
En España cada hogar guarda de media 2.000 euros en productos que no usa y el 4% de los residuos que acaban en el vertedero son muebles, de los que solo se recicla el 10%, según la Federación Europea de Fabricantes de Muebles.
IKEA ha comenzado este jueves también con el uso de máquinas de recogida de bombillas usadas. El grupo bonificará a los clientes que lleven sus productos usados con un descuento para la próxima compra de bombillas LED o con la donación del importe a proyectos solidarios. El grupo, que espera vender en todo el mundo 500 millones de LED hasta 2020, estima una recogida un 10% superior de bombillas usadas para su reciclaje.
Asimismo, la multinacional sueca facilitará a sus clientes la donación de textiles de hogar en sus tiendas y espera que la recogida sea de unos 25.000 kilos. La Fundación Amiga, entidad promovida po Cáritas diocesana de Barcelona, será la encargada de separar y clasificar cada pieza para darle el destino más adecuado.

martes, 4 de octubre de 2016

¿ES TAN HORRIBLE COMER EN IKEA?

Òscar Broc, colaborador de la sección EL COMIDISTA del diario EL PAÍS, ha escrito un interesante artículo sobre la comida que se elabora en los fogones de las cocinas que IKEA tiene en España. Para Òscar Broc el mejor plato que degustó durante su experiencia gastronómica fue el CODILLO, receta inventada por el jefe de cocina del restaurante ubicado en Arroyo de la Encomienda (Valladolid). El plato ha sido un éxito desde que fue incluído en la carta y es una de las recetas más vendidas en los restaurantes de la compañía. La multinacional sueca decidió que el CODILLO se incluyera en las cartas de otros restaurantes de la cadena como, por ejemplo, los de Alemania. Lo peor, en opinión de Òscar Broc, los perritos calientes a medio euro y la tarta de chocolate. Aquí tenéis el reportaje publicado en la página web del diario.
"La misión es clara: comer en Ikea y decidir si la pesadilla es tan cruenta como nos la cuentan. El abanico de posibilidades es amplio: un menú infantil a base de macarrones con salsa de ¿tomate?, rollitos de salmón, bandejas con más salmón tieso como Walt Disney, aperitivos de gambas, ensalada de pollo con cosas… ¡hay hasta albóndigas vegetarianas! No obstante, vengo a probar los clásicos de la casa, los oldies que siempre pide la pista de baile. Todos sabemos que Ikea no es precisamente célebre por la exquisitez de sus ofrecimientos culinarios. Pero desde 2013, año en que se aireó la detección de bacterias fecales en sus pasteles de chocolate y ADN equino en sus albóndigas, la multinacional sueca ha alimentado las pesadillas del planeta gastronomista con más dedicación que Freddy Krueger. Los precios ultracompetitivos de algunos de sus productos tampoco han contribuido precisamente a generar confianza. ¿Quién en su sano juicio se zamparía un hot-dog que cuesta menos que un paquete de chicles?
La comida más barata que se puede comer en IKEA es el hot dog.

Pues yo. Y seguramente muchos lectores. La pregunta pierde su aplastante lógica cuando accedes a la dimensión paralela de la tienda. Dentro de IKEA tu dignidad de comensal se volatiliza, eres capaz de digerir cosas que jamás se te ocurriría probar fuera de sus paredes. Sus celebérrimos perritos calientes, por ejemplo, te llamarán como cantos de sirena. O te atas a una Benno como Ulises al mástil, o acabarás comprando un hot-dog de la casa a 1 € sin saber cómo has llegado al mostrador. Un pestañeo más y tendrás en la mano un bollito reseco, incapaz de contener una salchicha flácida, tibia, atiborrada de copos de cebolla frita que parecen caspa y coronada por dos lonchas de pepinillo revenido.

Inundo al pequeño bastardo con un chorro industrial de mostaza y lo engullo sin preguntarme por los decenios que lleva esa salchicha en remojo, por los potenciadores de sabor o por las paladas de sal y grasa de este prodigio de la comida procesada. Sencillamente, disfruto con un pecado culpable. En plena fiebre por la comida hipersaludable, engullir este petardo de colesterol es un acto de subversión que sienta hasta bien. Bueno, quizás “sentar bien” no es la expresión más adecuada...


Subimos al restaurante, basta de juegos. He arrastrado a un compañero de trabajo conmigo: necesito músculo para el codillo. La planta es un avispero. Aunque la decoración intenta evocar un ambiente colorista y familiar, el aura de comedor soviético es intimidante: si los cocineros lanzaran el puré a las bandejas desde el otro lado del mostrador con una botella de Stoli en la mano, no me sorprendería.
Llevamos 25 minutos de cola. Parejas al borde de la ruptura, resoplidos, codazos intercostales, carros extraviados, niños gritando... Estamos dispuestos a soportar el vía crucis, porque al final del calvario nos espera la recompensa. Se llaman Köttbullar y son unas albóndigas suecas que la camarera cuenta minuciosamente, mientras un afluente de sudor por el que podría surfear un hámster le recorre la pechera. 15 bolas de ¿carne? directas al plato. Un Everest de puré de patata recalentado que quizás fue cremoso en otra era. Mermelada de arándanos que dejarás intacta en el plato, y lo sabes. Y, para rematar, un lago marrón de salsa de carne en el que se ahogan todas mis esperanzas de esquivar el cólico… 
Las albondigas son el plato estrella de IKEA.


Si buscas sutileza a 6 euros el plato, te has equivocado de chef. Estas albóndigas pertenecen a una galaxia a años luz del planeta Esponjosidad: son pelotitas masticables de chicha que saben a pienso de cafetería de cadena de televisión. Necesito asfixiarlas en puré y salsa para que me recorran el gaznate sin causar estragos. A la quinta albóndiga, algo se rebela en mi organismo. Se está formando una masa de alta densidad en mi estómago. Decido que es hora de pasar al otro plato estrella de IKEA, no sin cierto nerviosismo: hay muchas ilusiones puestas en el salmón con salsa holandesa.

Ilusiones que se truncan en cuanto intento masticar al aderezo de verduras que lleva el pescado, una masa gomosa de vegetales que parece relleno de almohada y me obliga a abalanzarme sobre la inundación de salsa holandesa que hay al otro lado del plato en busca de sabor.

Dice Anthony Bourdain que a las bacterias les pirra la salsa la holandesa, pero ni siquiera sus advertencias impiden que sumerja en el charco amarillento un pedazo de salmón tibio (o mejor dicho, casi frío) que, sinceramente, sabe a colchoneta y esta demasiado cocinado. Consigo devorar la mitad del pescado y opto por parar antes de que mis lacrimales empiecen escupir salsa holandesa como mangueras fuera de control. Todo para llegar a este momento.
El codillo asado de la casa es la razón por la que he engañado a un pobre diablo para que me acompañe a Ikea a comer. Este plato es a IKEA lo que el Big Mac a McDonald’s. Un cartel indica que nos enfrentamos la pieza más vendida del restaurante y lo certifico in situ: una de cada tres bandejas carga con un trozo de gorrino palpitante. Por siete euros te encasquetan un rollizo brazuelo que descansa sobre un manto de patatas fritas. La visión inquieta: ese pedazo de carne es para los auténticos héroes, y algo me dice que voy a quedarme tocando la última canción mientras este Titanic se hunde.
El codillo se vendió por primera vez en la tienda de Valladolid.

Pero…¿qué ironía es esta? ¿Síndrome de Estocolmo en un restaurante sueco? Por alguna razón estoy disfrutando con esta carne macilenta, morada, revestida de una segunda piel de pringue aceitoso que reflejaría la osa mayor en campo abierto. Parece que la han asado bien, el material está tierno, que ya es mucho. 7 euros el plato. Bien.

Mientras hundo los caninos hasta tocar hueso, observo las bandejas que la gente va dejando al irse y en todas ellas parece que el codillo ha pasado por una bañera de pirañas famélicas: solo se aprecian huesos prístinos, sin rastros de carne; los comensales, abatidos por una jornada salvaje de compra de muebles que después tendrán que montar, pulen ese codo porcino como si fuera un trabajo de ebanistería. 

Observo la carnicería, participo de ella. Detritos cárnicos se aferran a mi barba, y mi nariz gotea grasa. Estoy en semitrance: tengo visiones de elfos oscuros, vikingos bailando desnudos y cubiertos de sangre en los fiordos. Una empleada me comenta que hay gente que solo va a Ikea a comer ese codillo.

Toca poner fin al ritual y me cierno sobre uno de los ítems más temidos de la casa: un pastel de chocolate que tendrá que soportar chistes escatológicos sobre bacterias fecales durante centurias. No obstante, a este pastel hay que temerlo por otra razón: las toneladas de azúcar que lleva. Es un dulce correoso, denso, con caramelo, almendras y un crujiente en la superficie que te machaca la quijada. Mis muelas se estremecen ante el aluvión de sacarosa. Además, este triángulo hipercalórico viene acompañado de un digestivo infalible a modo de extra: un bombón de chocolate.

Los vapores de cocina industrial y el sabor de la comida me retrotraen a mis días de media pensión en la escuela. La comida de IKEA es lo más parecido a la manduca de los colegios (o al recuerdo que yo guardo de ella). Vivo la experiencia con una mezcolanza de pavor y nostalgia: por momentos, siento la presencia amenazante de la señu, pillándome mientras deslizo un par de albóndigas en el bolsillo del uniforme escolar.

Dicen que es comida de guerrilla a precios de crisis, pero un plato de codillo, un refresco y un pastel rondan los 10 euros, y podría enumerar montones de restaurantes con menús mediodía a 12 euros infinitamente mejores y más variados. Son los misterios de IKEA; todos nos estremecemos con las historias de miedo que nos cuentan de su restaurante, pero todos dejamos el hueso de su codillo como si le hubiera pasado una pulidora industrial. Salgo del recinto, miro hacia delante cuando paso por el mostrador de los hot-dogs, pero no puedo evitar salir a la calle con una bolsa de cebolla frita y unos bizcochos de chocolate. Ni siquiera sé cómo han terminado en mis manos. No me lo pregunto. No miro atrás. Simplemente huyo.

jueves, 15 de septiembre de 2016

IKEA ENSAYA EN LA TIENDA DE VALENCIA LA VENTA "ON LINE" PARA PLANTAR CARA A AMAZON

La multinacional sueca IKEA ha lanzado este mes de septiembre su nuevo modelo de venta on line con el que quiere comenzar a ocupar cuota en un mercado digital en que los gigantes del comercio electrónico como Amazon o las grandes cadenas de distribución ya llevan tiempo posicionándose. De hecho, la propia IKEA ya se ha sumado a la venta on line en países como Suecia, Reino Unido, Alemania, Canadá o Estados Unidos. En España ha comenzado a ensayar el sistema en Alfafar (Valencia), tal como adelantó el diario Levante emv antes del verano en una entrevista con Carmen Spinola, directora de la tienda.
Según explican, en estas dos primeras semanas unas 150 personas ya han hecho uso del servicio, tanto en la versión de compra por internet en la que el usuario recoge su pedido sin colas (con un coste de 16 euros), como en la modalidad en que IKEA envía a domicilio toda la compra (55 euros, aunque el precio crece dependiendo de la distancia y tamaño del pedido).
Carmen Spinola

De esas 150 compras, el 74% corresponden a clientes de Valencia; el 12% a Castelló y un 11% a Alicante. De hecho, una de las ideas que destacan desde la compañía es que la aparición del nuevo canal de venta pone a IKEA en el foco de nuevos mercados que hasta ahora no consideraban la compra, por la lejanía.
Junto a Valencia, la tienda de Barakaldo está incorporando este nuevo canal de venta, aunque la previsión de la compañía es extenderlo a toda la red a partir de los próximos meses. El sistema busca situar a Ikea en un negocio digital imparable en España, que crece a ritmos superiores al 20% trimestral desde hace varios años. Según datos de Competencia (CNMC), el volumen anual de negocio supera los 5.300 millones el pasado 2015, cifra récord que continúa creciendo.

lunes, 5 de septiembre de 2016

IKEA ABRE EN LONDRES UN RESTAURANTE GRATIS A 20 COMENSALES PARA QUIEN COCINE SU MENÚ

La mulinacional del mueble IKEA cambia el concepto "sírvase usted mismo", que impera en los buffets, por su tradicional "hágalo usted mismo" en este establecimiento pop-up que abrirá sus puertas el próximo 10 de septiembre.
IKEA traslada su filosofía 'hágalo usted mismo' al mundo de la hostelería con 'The Dining Club' un restaurante pop-up en el que los clientes serán los encargados de cocinar y servir su propia comida, cena o brunch y la de, como máximo, los 20 familiares y amigos que le acompañen en esta aventura culinaria que propone la cadena sueca.
El próximo 10 de septiembre, y durante sólo 15 días, Ikea abrirá las puertas de este establecimiento en Londres para que los 'cocinillas' de la casa tengan la oportunidad de "impresionar a sus amigos en un restaurante donde tendrán a su disposición sus propios ayudantes y camareros y contarán con la supervisión y el consejo de un cocinero profesional".
The Dining Club en Shoreditch (Londres).

Además del gran atractivo que ya conlleva esta experiencia para los chefs en potencia, 'The Dining Club' cuenta con un extra: toda la comida y la bebida serán gratuitas para los afortunados que logren reservar mesa (y, en este caso, cocina) a través de la web que ha habilitado la compañía, ya que las plazas, dado lo efímero de este restaurante, son muy limitadas.
El objetivo, según ha explicado la propia firma, no es que los comensales experimenten por unas horas las sensaciones que viven a diario los cocineros profesionales o los concursantes de algunos realities enfocados en el mundo de la gastronomía, sino "disfrutar de la alegría de cocinar juntos", una costumbre a la que dedicamos cada vez menos tiempo en nuestro ajetreado día a día.
'The Dining Club' también contará con una tienda centrada exclusivamente en el menaje de cocina y ofrecerá una serie de talleres especializados que versarán, entre otros temas, sobre el futuro de la restauración, la preparación de platos especiales para niños o el aprovechamiento creativo de las 'sobras' .Los clientes también pueden apuntarse a estas charlas a través de Internet. Asimismo, y para no defraudar a los numerosos amantes de sus albóndigas suecas, Ikea reservará un espacio en este establecimiento para una de sus afamadas cafeterías.

miércoles, 29 de junio de 2016

IKEA RETIRA LA CÓMODA MALM TRAS LA MUERTE DE SEIS NIÑOS EN ESTADOS UNIDOS Y CANADÁ

El número uno mundial en el sector del mueble la multinacional sueca IKEA anunció este martes la retirada en Estados Unidos y Canadá de las cómodas de la gama Malm después de la muerte de seis niños aplastados por estos muebles al venirse abajo.
"IKEA Estados Unidos e IKEA Canadá lanzarán hoy una retirada local de cómodas únicamente en América del Norte", indicó a la agencia de noticias AFP una portavoz del grupo IKEA, Kajsa Johansson.
"Las cómodas Ikea satisfacen las obligaciones de estabilidad en todos los mercados donde se venden", añadió, precisando que la retirada respondía al reglamento norteamericano, jurídicamente no vinculante, de la organización Sociedad Americana para el Ensayo y Materiales (ASTM).
La cómoda MALM que IKEA retirará por no estar fijada a la pared,

IKEA fue informada en marzo de la muerte de un niño, después de otros cinco entre 2003 y 2014, todas en Estados Unidos. "Ninguna de estas cómodas estaban ancladas a la pared según las informaciones que tenemos", mientras que las instrucciones de montaje lo señalan, informó la portavoz.
El lunes, los medios estadounidenses publicaron el testimonio de la madre de un pequeño fallecido después de haber intentado trepar una de estas cómodas.
En el verano de 2015, IKEA lanzó en Estados Unidos y Canadá una campaña para incitar a los propietarios de estas cómodas del modelo Malm a fijarlas a la pared.
Pero un dirigente de IKEA explicó a NBC que no fue suficiente. "Por favor, retiradlas de vuestra habitación", declaró a la cadena el presidente de IKEA Estados Unidos, Lars Peterson.
La compañía sueca aseguró haber vendido más de 147 millones de cómodas en el mundo estos 13 últimos años, más de la mitad (78 millones) de la gama Malm. De hecho, en España también se comercializa este tipo de mueble y está anunciado en su catálogo virtual.

domingo, 13 de marzo de 2016

UNA ESPAÑOLA GANA UN CONCURSO DE IKEA CON UNA NOVEDOSA TABLA CON CAJÓN INCORPORADO


La ferrolana Ángela Castro, residente en Madrid, con la tabla ganadora

Un concurso internacional con más de 600 propuestas de la gran multinacional de menaje del hogar, la sueca IKEA. Entre los candidatos estaba una gallega, la ingeniero técnico naval Ángela Castro Díaz (Ferrol, 1979), que reside en Madrid y había presentado nada menos que 19 ideas, de las que seis fueron finalistas en España y una consiguió ser la ganadora, como cuenta el periódico La Voz de Galicia.
El reto era diseñar objetos que no existieran en el mercado y que fueran útiles en la vida diaria y se podía presentar cualquier trabajador de la multinacional. Ángela consiguió imponerse.
Lo hizo con un útil de cocina que venía necesitando desde hacía tiempo: una tabla para cortar con un cajón incorporado donde depositar los restos. «En viviendas pequeñas como la mía no hay mucho espacio para los cubos de basura, por lo que los tengo en la terraza. Cada vez que pelo patatas o corto verduras tengo que ir con los restos en las manos hasta la terraza, siempre se cae algo al suelo y acabo manchando todo», explica.
No solo ganó ella. Hubo además cuatro vencedores: tres canadienses -uno de Montreal y dos de Toronto- y una portuguesa. El premio para los cinco fue un viaje a Suecia de una semana a la provincia donde se fundó la corporación Ikea, Smâland. Allí pudieron ver los prototipos de sus diseños. Sin embargo, la idea de Ángela tendrá que tener alguna modificación, sobre todo porque la silicona inyectada pensada para la de prueba es bastante cara.

jueves, 10 de marzo de 2016

EL DUEÑO DE IKEA VISTE ROPA DE SEGUNDA MANO Y COME YOGURES A PUNTO DE CADUCAR

Un documental del canal sueco TV4 desvela la vida de Ingvar Kamprad en la ciudad de Älmhult desde que en 2011 abandonó la suiza Lausana

El supermercado de la localidad sueca de Älmhult es como el que puede haber en su barrio. Tamaño medio, bien organizado, un pescadero simpático que en lugar de llamarse Paco se bautizó como Lars, y unos carteles llamativos que te informan de las ofertas del día. Hoy, el salmón, a nueve euros el kilo. Pero en el de esta localidad del sur de Suecia de apenas 9.000 habitantes ocurre algo que seguramente no pasará en su súper de barrio: aquí compra a veces, y en persona, Ingvar Kamprad, el multimillonario fundador de IKEA. Kamprad, que en unos días (el 30 de marzo) cumple 90 años, vivía hasta hace unos años en Lausana (Suiza). Pero en 2011 murió su mujer y poco después regresó a casa, a Småland, sur de Suecia. Muy cerca de allí está Älmhult, donde se mantiene la sede de una empresa que él fundó en 1943.
Al veterano empresario le gusta pasear por los bucólicos bosques que rodean Älmhult y aprovecha para saludar a alguno de los 4.000 trabajadores (casi la mitad del pueblo) que trabaja directa o indirectamente para Ikea. Y, claro, compra en el súper del pueblo. Cuando llega al estante de los lácteos, Kamprad mira con sus ojos cansados la fecha de caducidad de los productos. Y compra los brick de leche y los yogures que están a punto de desperdiciarse. "Le parece intolerable que se tiren los alimentos y las cosas que todavía pueden tener un uso", informa un concienciado trabajador del establecimiento. Cuando llega al estante de los lácteos, Kamprad mira con sus ojos cansados la fecha de caducidad de los productos. Y compra los brick de leche y los yogures que están a punto de caducar. Esta filosofía del fundador es la que lleva transmitiendo a sus empleados todos estos años. Algunos podrán pensar que es tacañería. No lo ven así en el pueblo. “No creo que sea tacañería. Se trata de ser conscientes de los costes. Somos gente generosa, pero no queremos pagar más de lo necesario”, comenta Marcus Engman, 50 años, Director Global de Diseño de Ikea. Ese lado más humano (y ahorrativo) de Kamprad es una de las facetas en las que incide el documental que en breve se estrenará en la televisión sueca y que ha sorprendido a quienes ya han tenido la oportunidad de verlo.
Ingvar Kamprad cumplirá 90 años en los próximos meses.
Es la otra cara de este empresario cuya fortuna se estima en 64.000 millones de euros —en 2006 la revista Forbes lo situó en el cuarto puesto entre los hombres más ricos del mundo— y que, sin embargo, viste de mercadillo. “No creo que haya una sola prenda de las que me pongo que no haya sido comprada en un mercadillo de segunda mano. Eso significa que quiero dar buen ejemplo”, dijo al canal TV4 de su país. Tampoco es partidario de derrochar en peluquería, sobre todo desde que, según reveló, una factura de 22 euros por un rapado en Holanda le trastocó el presupuesto. Desde entonces usa un mapa del mundo para elegir peluquero. “Normalmente me corto el pelo cuando estoy en un país en desarrollo. La última vez fue en Vietnam”, explica. No creo que haya una sola prenda de las que me pongo que no haya sido comprada en un mercadillo de segunda mano. Eso significa que quiero dar buen ejemplo", dice Kamprad. Hasta hace muy poco, cuando le convencieron de que por su edad debía dejar de conducir, seguía poniéndose al volante de su Volvo 240 de 1993 (robusto y duradero) y en una ocasión le negaron la entrada a una entrega de premios porque vieron que se bajaba de un autobús. En avión, prefiere viajar en clase turista. Es de los que se hace sus cuadernos con folios usados que aún tienen una cara en blanco (¡las selvas del mundo se lo agradecen!) y ha sido visto llevándose sobrecitos de sal y pimienta de los restaurantes. Actualmente ha dado un paso atrás y son sus hijos (tiene cuatro) quienes están al frente de la empresa. No obstante, su sello en Ikea sigue vigente. Los empleados de la compañía de venta de muebles se rigen por un código de conducta —lo llaman la “Biblia de Ikea”— que decreta, entre otras cosas, que “malgastar recursos en un pecado mortal” y “uno de los mayores males de la humanidad”. Podría decirse que Kamprad y su empresa es uno (el nombre de la compañía contiene sus iniciales y las de su lugar de nacimiento). Así que la próxima vez que contemple una asequible estantería Billy o un plato de albóndigas a tres euros, piense que quizá son algo más que estrategias de mercadotecnia.

miércoles, 9 de marzo de 2016

VÍA LIBRE A BAUHAUS Y DECATHLON PARA QUE SE INSTALEN YA JUNTO A LA TIENDA IKEA DE ALFAFAR

Bauhaus tendrá 13.500 m2 de superficie, supondrá una inversión de 32 millones de euros y dará empleo a entre 220 y 250 personas
Bauhaus y Decathlon ya cuentan con la licencia medioambiental para poder empezar a construir sus naves junto a IKEA en Alfafar Parc. Un permiso que estaba pendiente desde el pasado verano y que ha hecho peligrar el asentamiento de estas dos empresas en la zona donde la mercantil sueca abrió sus puertas en 2014, informó el periódico Levante en su edición del martes.
Según fuentes municipales, esta aceleración en la tramitación de la licencia medioambiental ha sido posible gracias a una nueva ley promulgada el pasado diciembre que delega las competencias medioambientales a los ayuntamientos. Hasta ahora era competencia de la Comisión Medioambiental del Consell, y fue precisamente el retraso en su formación debido al cambio de gobierno y del reparto de las carteras, lo que había paralizado el trámite.
Tras mucho insistir y después de esta nueva ley de diciembre, el consistorio que preside Juan Ramón Adsuara (PP) ya ha informado a Bauhaus y Decathlon que ya cuentan con el permiso medioambiental correspondiente. Además, en el último pleno extraordinario se aprobó la licencia de movimientos de tierra.
Parcelas de Alfafar donde se instalarán Bauhaus y Decathlon.

Se espera que en los próximos días Bauhaus empiece a trabajar sobre las parcelas B1 a B7 y Decathlon sobre la E-F del centro comercial de Alfafar. Mientras, los técnicos municipales han solicitado a ambas empresas su proyecto de tienda para poder estudiarlo y, si no presenta ninguna irregularidad, poder tramitar la licencia de obra, último paso ya para poder instalarse e inaugurar las tiendas al final de 2016, tal como estaba previsto.
Bauhaus tendrá 13.500 m2 de superficie, supondrá una inversión de 32 millones de euros y dará empleo a entre 220 y 250 personas, según ha asegurado la empresa. En cuanto a Decathlon, con el traslado a esta nueva ubicación al lado de IKEA, la tienda de deportes que ahora está situada apenas unos metros junto al lado de Leroy Merlyn, gana 3.000 metros de superficie y obtiene 4.000 plazas de aparcamiento.